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LA POÉTICA DE LO COTIDIANO

En el territorio de lo cotidiano, en nuestro espacio habitual y vivencial se plasma la obra de la artista Rosario Chincha Durán. Su trayectoria artística evoluciona por diferentes etapas a lo largo de 20 años de trabajo, desde sus inicios con el arte figurativo hasta la actualidad con la experimentación de nuestro espacio habitual.

 

El trabajo que expone hace referencia a su imaginario, a la capacidad del ser humano para identificarse con las estructuras que ha ido creando con el paso del tiempo, para crear una nueva idea de uno mismo. Una idea que conecta con lo más esencial de nuestro ser. 

 

Su etapa figurativa se hace evidente en el inicio de su carrera artística, el dibujo y la exploración del cuerpo humano es el principio de su proceso creativo. Su trabajo es un reflejo y una búsqueda sobre espacios habituales, como lo demuestra en la última serie de obras con un elemento común: las camas. Como ejemplo cabe destacar su obra titulada "Un día inolvidable", evoca así la percepción que tiene del mundo, elaborado con delicado preciosismo.

El espacio habitual es donde la artista a lo largo de su historia ha forjado su creatividad y convertido en una condición de la percepción icónica que posteriormente será la que expresa en su obra.

En este espacio creado, experimentado, pensado y proyectado en sus trabajos podemos ver como éste es el que inspira a la artista plástica. La relación del hombre y su espacio vivencial estimula la creatividad artística. Todo el mundo tiene una relación personal e íntima con lo cotidiano, los muebles muestran una particular significación de protección y de dominio, contenedor de la expresividad del entorno, entre ellos la cama.

 

La cama se sitúa como elemento central de su espacio habitual. Objeto de investigación en continua búsqueda de la relación del hombre con su entorno más cotidiano. Destacan de esa etapa las obra "Espacio habitual" e "Instancias". Es aquí donde la artista ha plasmado todo su proceso creativo. La cama está asociada íntimamente al cuerpo.

 

Ese espacio vivencial como símbolo de expresión de un mundo muy particular es el que nos presenta la creadora. Pinta espacios como contenedores de cosas pretendiendo así atrapar el tiempo en un lienzo.

 

La proyección visual de sus pinturas nos transporta a un mundo íntimo, donde el protagonista es la cama. Figuras del ámbito cotidiano, como los muebles, se llenan de sugerencias fantásticas y de experiencias vividas, mutan de meros objetos a compañeros de viaje. Los objetos cobran vida, son testigos mudos de nuestras vivencias, desde que nacemos hasta que morimos. Los seres humanos construimos los objetos a través de nuestras memorias íntimas. La serie de cajas, armarios y contenedores refleja esa construcción continua de nuestras emociones.

 

En suma, una apología a lo cotidiano como metáfora de lo íntimo o la poética de lo cotidiano.

 

Montserrat Andrés - Sociologa

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